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La Brujita...



Desde su niñez,  mi abuelo Josè German se desterró de su casa y su labor siempre fue trabajar en la recolecciòn de cafè.

En los años de violencia después de la muerte de Gaitan (en Colombia) las fincas estaban solas pues nadie querìa correr peligro.
Argemiro era uno de aquellos finqueros y le diò la oportunidad a mi abuelo Josè German para que se ganara algo mas que un jornal.
Generalmente dos veces a la semana mi abuelo visitaba una novia, o el sábado en la noche se quedaba tomándose unos aguardientes y regresaba tarde a la casa, no tenía afán pues vivía solo en la finca.

Una de aquellas noches ya muy tarde bajando a una cañada llamada "la cañada de las brujas", caminaba en medio de una claridad fresca pues la luna estaba llena, de repente al ir llegando a la cañada todo se oscureció, entonces saco la linterna pero no la pudo hacer funcionar,  al  instante  volviò la claridad y al disponerse a pasar un puentecillo para cruzar un riachuelo por medio de dos troncos de madera se encontró con un perrito negro ubicado en toda la mitad del puentecillo de tal manera que no permitía el paso.

Ante muchas muecas y acosos el perro no se quitò lo que llevo a mi abuelo German a tomar una desiciòn extraña, sacò su machete y partió el perrito por la mitad, esto consecuencia tal ves del alcohol que había tomado; pero no contento con esto bajo a  la orilla del riachuelo y lo siguió picando pero la sorpresa fue grande cuando al darle el segundo machetazo se formo un remolino en el agua y el perro se volvió a armar, el susto fue tal que solo dijo: "esto es el diablo, Dios mió ayúdame"; paticas le valieron para correr y comenzar a subir, dice mi abuelo que lo que el sentía que venìa detrás de el era como una tromba de caballos, y las ramas de los àrboles de las que el se agarraba para correr màs ràpido se las movían.
Al llegar a la casa un poco mas calmado todo aparentemente se dispuso a descansar pero comenzó a sentir ruidos extraños en la cocina y en el lavadero, ademàs susurraban mucho, se quebraban platos, movían ollas era claro que las brujas le  estaban haciendo pasar un mal rato, como acostumbraba decir pues era algo muy cotidiano en su vida desde muy joven; sòlo hubo que elevar unas oraciones al todo poderoso y esperar que amaneciera.

Experiencia vivida Antioquia por el año  1945.                              
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