Salomón
siendo muy joven, fue elegido por Dios para gobernar a su pueblo. Salomón no
tenía muy claro cómo podría gobernar al pueblo de Dios siendo tan joven. Un día
mientras dormía, oyó una voz que le decía: —Salomón, Soy el señor tu Dios y he
decidido permitirte que me pidas un deseo.
—Señor, soy muy joven y lo que más deseo ahora es que me des
sabiduría para poder tomar buenas decisiones y poder guiar a tu pueblo.
—Como no has pedido riquezas ni propiedades sino sabiduría,
he decidido entregarte mucha sabiduría pero no solo eso sino que además tendrás
muchas riquezas y serás un gran hombre. Todos te respetarán y oirán de ti y tu
sabiduría.
—Gracias señor, te prometo que no defraudaré.
Entonces Salomón ahora tenía más confianza en sí mismo. Unos
días después, al palacio del rey salomón vinieron dos mujeres a visitarle.
Ellas se estaban peleando por la posesión de un bebé. Cada una decía que el
bebé era suyo pero eso era imposible pues solo una de ellas tenía que ser la
madre verdadera.
La primera de ellas le decía al rey Salomón que en la mañana
despertó con un bebé que era el suyo y que estaba muerto.
La segunda mujer decía que eso era mentira y que la primera
lo estaba inventando para quedarse con su hijo.
Entonces el rey Salomón lo pensó por un momento y llamó a uno
de sus guardias. Y le dijo :—Saca tu cuchillo y corta a este bebé en dos. Dale
la mitad del bebé a cada una de las mujeres.
Entonces la primera de ellas dijo: ¡No! Sabio rey Salomón, no
lo haga por favor. ¡Prefiero que se lo den a ella pero no le quiten la vida a
mi hijo!
Entonces el rey Salomón supo que verdaderamente la primera
mujer era la madre del pequeño. Entonces así el rey Salomón pudo
resolver el problema de las dos mujeres y el bebé con su sabiduría.